Roberto Angulo
“Es inconcebible que exista un proceso en que el dueño del dinero pague por dar su dinero y que no exija nada al depositario, salvo que lo administre, con resultados que sólo pueden ser negativos. Sin embargo, este proceso existe, se llama Sistema Privado de Pensiones que en sí constituye un engaño y podría ser estafa sino fuera porque hay una estructura legal que lo sostiene.”
Es un hecho probado que el dinero tiene valor en el tiempo. A medida que transcurren los años la moneda se deprecia y pierde valor, por eso los bancos cobran una tasa de interés cuando prestan dinero y pagan un interés cuando lo reciben. Teniendo en cuenta esta verdad. Es inconcebible que exista un proceso inverso en el que el dueño del dinero pague por dar su dinero y que no exija nada al depositario, salvo que lo administre, con resultados que sólo pueden ser negativos. Sin embargo, este proceso existe, se llama Sistema Privado de Pensiones que en sí constituye un engaño y podría ser estafa sino fuera porque hay una estructura legal que lo sostiene.
La idea del Sistema de Capitalización Individual -como eufemísticamente se denomina- nace en la Universidad de Chicago y es difundida y promovida por el economista Milton Friedman, profesor de esa universidad, quien logra que sea instituido en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet. Friedman visita Chile en marzo de 1975 y tiene una entrevista de 45 minutos con Pinochet la que es complementada con una carta dirigida al dictador dándole opiniones y consejos que derivaron en la implantación del sistema de libre mercado en ese país y el de capitalización individual administrado por AFPs. En el Perú fue introducido en el año 1992, durante la dictadura de Alberto Fujimori, usando los mismos fundamentos que utilizó Pinochet en Chile.
Friedman en sus conferencias, artículos, libros, cartas habla continuamente de libertad. Libertad económica, libertad política, libertad individual. Es un promotor del libre mercado a ultranza. Utiliza mensajes simples, contundentes para reforzar sus ideas como cuando señala que mucha gente busca el apoyo del gobierno para resolver sus problemas básicos y que esta gente solicita y obtiene subsidios y que “la gran falacia de este enfoque es la creencia de que uno puede hacer el bien con el dinero de otras personas”. También dice: “En primer lugar, si uno gasta el dinero ajeno, solo hay una manera de obtenerlo: por la fuerza”. “En segundo lugar, ¿quién es tan cuidadoso gastando dinero de otro como lo es cuando gasta su propio dinero? Y, en tercer lugar, ¿quién será más eficiente en gastar su propio dinero?, ¿el pobre? ¿el ignorante? No, de ninguna manera: el rico, el que está bien, el que tiene éxito en otras áreas.” … “De manera que … todo programa social iniciado con el propósito de “ayudar a los pobres”, ha terminado dañando a los pobres. No se puede tener una prosperidad saludable por esa ruta” y sentencia falsamente: “no hay ningún país en el mundo en que se haya obtenido una mejoría sostenida y larga y se haya beneficiado al hombre común, excepto a través de mecanismos de mercado de economía privada.”
Su prédica es convincente pero la realidad es otra. Mientras habla de libertad aconseja someter a millones de trabajadores, de muchos países pobres, a la tiranía del Sistema Privado de Pensiones. Tal es así que, en una vorágine de saqueo, miles de millones de dólares pasan a manos del Sistema de Capitalización Individual manejado por unos cuantos “capitalistas” que no tienen capital pero que son “dueños” del capital de los aportantes. Aunque Friedman dice que uno es más cuidadoso en gastar su propio dinero que el dinero de otros, propone que desconocidos, los dueños de las AFPs, gasten el dinero de otros, los trabajadores, en inversiones que no rinden lo suficiente ni siquiera para devolver lo que estos depositaron, afectando el patrimonio de millones de familias menesterosas, cumpliéndose otra máxima del profesor de la Universidad de Chicago: la creencia de que uno puede hacer el bien con el dinero de otras personas. Friedman sabía adónde se dirigía el Sistema que impulsaba, conocía el posible resultado negativo para millones de trabajadores, pero no se detuvo y en una muestra de cinismo y desprecio a éstos, recomendaba su implantación en países pobres, pero no en los Estados Unidos de América o en países europeos.
El Sistema Privado de Pensiones en el Perú
En nuestro país, siguiendo el libreto chileno trazado por el mismo Friedman, el Sistema Privado de Pensiones se implantó en 1992, después de un Golpe Militar, en este caso un autogolpe, cumpliéndose otro consejo de Milton Friedman, “si uno gasta el dinero ajeno solo hay una forma de obtenerlo: por la fuerza.” Y Fujimori no dudó en asesinar, torturar, vulnerar los más elementales derechos humanos para obtener el poder y establecer una economía de libre mercado y el Sistema Privado de Pensiones. Posteriormente, con la complicidad del Ministro de Economía, Carlos Boloña y funcionarios venales de segundo nivel, redactó las leyes correspondientes a fin de dar visos de legalidad al latrocinio. Sin embargo, copiando fielmente el modelo chileno, no comprendió a las Fuerzas Armadas en el nuevo Sistema Previsional. Sabía perfectamente que los militares no se iban a dejar arrebatar su futuro pensionario.
El DL 25897 fue el punto de partida para iniciar la estafa. Al principio no cuajó del todo, por lo que en 1995 el Gobierno incentivó con bonos el traslado de los afiliados de la ONP al Sistema Privado. Ese mismo año se logró más de un millón de afiliados. Y así empezó el festín: miles de millones de soles pasaron a manos privadas, a grandes empresas y corporaciones, al Sistema financiero nacional e internacional. Las Administradoras de Fondos de Pensiones invirtieron en instrumentos financieros emitidos o garantizados por Estados o Bancos Centrales de otros países, así como acciones y bonos emitidos por instituciones extranjeras. Tenemos así que, en una decisión inaudita, el Sistema Privado de Pensiones peruano entrega el dinero de millones de trabajadores nacionales a la voracidad del sistema financiero mundial. Dinero que es afectado en su valor debido a las reiteradas crisis del sistema y que, en realidad, son hábiles estafas realizadas por los receptores del capital.
Esta inversión en el exterior también afecta exponencialmente a nuestra economía al influir sustancialmente en el tipo de cambio, porque al comprar cerca de 20,000 millones de dólares o más en el mercado doméstico sube el valor de la moneda norteamericana favoreciendo a los exportadores, principalmente mineros y agroindustriales, casi todos ellos extranjeros. Y perjudicando al consumidor interno quien tiene que pagar más por productos importados como tecnología, ropa, gasolina, autos, computadoras, perfumes y un largo etcétera.
Nos preguntamos ¿cómo fue posible tal y tan grande aberración? La respuesta, es obvia y la tiene el mismo Friedman al decir: ¿Quién es más eficiente al gastar su propio dinero?, ¿el pobre? ¿el ignorante? No, de ninguna manera: el rico, el que está bien, el que tiene éxito en otras áreas. Entonces, en una decisión criminal, influye para que el dinero que se podría destinar a usos productivos para generar empleo se entrega al financista que lo va a devolver al pobre mediante intereses usureros, haciendo perpetua la pobreza.
Después de 25 años y de muchos gobiernos democráticos, la estafa continúa incólume. El sistema no ha sido tocado por los actuales “demócratas”, el monstruo ávido de sangre sigue. En simultáneo, los millones de estafados, la mayoría pobres y con ingresos suficientes para mal existir, siguen entregando su dinero bajo la complaciente mirada de quienes deberían protegerlos. Como comprobamos, pese a lo que dijo el economista Milton Friedman: los mecanismos de mercado de economía privada no han beneficiado al hombre común.
*Excongresista de la República
