Dos congresistas bolivianos del oficialismo y la oposición intercambiaron este martes patadas y puñetes durante una sesión pública que recibía el informe de un ministro del gobierno sobre la detención de la expresidenta de derecha Jeanine Áñez en marzo pasado.
El senador Henry Montero, del partido derechista Creemos -de oposición- y el diputado Antonio Gabriel Colque, del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), intercambiaron agresiones públicas, según imágenes difundidas de la televisión.
La accidentada sesión se produjo durante el informe del ministro de Gobierno (Interior), Fernando del Castillo. La autoridad hizo un relato del conflicto político en Bolivia, desde la renuncia en 2019 del entonces presidente izquierdista Evo Morales y repitió la acusación del oficialismo a la oposición de que entonces hubo un golpe de Estado.
«La historia ha demostrado que el pueblo se impuso al gobierno de facto (de Áñez), ahora ya sabemos la verdad, en Bolivia hubo un golpe que mató personas y que robó el dinero de los bolivianos», dijo la autoridad.
Los opositores señalaron que la encarcelación de Áñez, a mediados de marzo pasado, fue una violación de la ley. También rechazan la acusación de golpe de Estado y reivindican que el pueblo se levantó en noviembre de 2019, denunciando fraude por parte de Morales en las elecciones un mes antes.
El ministro Del Castillo les gritó «¡cómplices, cómplices!», de ese supuesto golpe, a los parlamentarios de Creemos, liderado por el gobernador de la próspera región de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, pieza clave en la caída de Morales.
El congresista Montero reclamó respeto y luego fue empujado por Colque y otros legisladores oficialistas que lo rodearon. Montero y Colque intercambiaron patadas y puñetes y el oficialista fue derribado al piso, ante los golpes del opositor.
En otro punto de las instalaciones congresales, en la plaza de Armas de La Paz, las parlamentarias Tatiana Áñez de Creemos y María Alanoca del MAS también se empujaron e incluso se jalaron de los cabellos.
La sesión del Congreso fue suspendida durante varios minutos, hasta que cesó el clima de beligerancia, y el ministro Del Castillo continuó con su informe.